Exposición 

Internalities. Pabellón de España en la Bienal de Venecia 2025

Exposición 

Internalities. Pabellón de España en la Bienal de Venecia 2025

Alberto Ballesteros  Enrique Morillo 
30/05/2025


Si hay un modelo urbano que hoy en día muestre claros síntomas de colapso es el de Venecia. La ciudad flotante lleva décadas hundiéndose por el peso de su propio éxito, completamente desnaturalizada y a merced de políticas especulativas. Las cada vez más frecuentes acque alte o las constantes masas de turistas demuestran que las desproporcionadas infraestructuras de contención o las simbólicas tasas a visitantes no son más que vanos intentos de prolongar la vida de la gallina de los huevos de oro. Con todo, artistas y arquitectos se empeñan en repensar las claves del mundo turnándose cada año un acontecimiento que implica el traslado de toneladas de mercancías y la llegada de miles de profesionales adicionales a la laguna. Como si esto fuera poco, este año la paradoja se exacerba, y el mal que se busca resolver es precisamente el embate del cambio climático y la evolución demográfica.

Sin caer en el orgullo patrio, si en los Giardini había una propuesta que parecía consciente de las contradicciones de este modelo de exposición, y en general del día a día de la profesión, esa era la de Roi Salgueiro y Manuel Bouzas para el pabellón de España. Los dos comisarios han centrado su mirada en la capacidad que tiene la arquitectura para generar equilibrios territoriales y, no contentos con este abstracto punto de partida, han acuñado una nueva palabra para explicarlo: ‘internalidad’. Es cierto que podría sonar como otro de los inveterados discursos buenistas, que, enarbolando la bandera de la ecología o la sostenibilidad, se basan en principios difícilmente cuantificables, y que al final alcanzan resultados muy alejados de la vanguardia. Sin embargo, aquí el neologismo resulta casi pertinente, ya que han armado un relato bien articulado en torno a una cuestión trascendental: si la naturaleza no produce desperdicios, y todos los materiales participan de un ciclo continuo, ¿no debería la arquitectura intentar minimizar las consecuencias asociadas a su producción?

Para explicar mejor su tesis y, sobre todo, hacer más inteligible el nuevo concepto, se apoyan en la contraposición a la idea de externalidad, un término frecuente en el mundo de la economía que se refiere a los efectos colaterales sobre quienes no participan directamente de una actividad. Y es que debemos tomar consciencia de que habitamos un mundo fabricado, en el que el sector de la construcción es uno de los actores esenciales de la crisis climática, responsable del 37% de las emisiones globales de dióxido de carbono y, por tanto, uno de los principales generadores de ‘externalidades’. La investigación se articula en cinco ejes en los que equilibrar la balanza, que abarcan aspectos tan fundamentales como la energía, los materiales, los oficios, los residuos y las emisiones. Cada una de estas exploraciones se ha confiado a un tándem de arquitecto y fotógrafo, que juntos han conseguido un estimulante diálogo entre los objetos del uno y las imágenes del otro.

Sin embargo, el punto fuerte del pabellón es, sin duda, su sala central, donde se aprecia que en España —y sobre todo en algunas de sus geografías— hay una generación de arquitectos que lleva tiempo fomentando un modelo de construcción más responsable con el medio, con unas operativas que antes de proponer miran a su entorno, y que se sirven principalmente de los recursos —sean materiales o técnicos— que tienen a su alrededor. El equilibrio entre las arquitecturas y el territorio de estas prácticas ‘internalizadas’ se evidencia en el montaje expositivo: balanzas romanas compensadas por dos maquetas del mismo proyecto, una que muestra los materiales y procesos empleados y otra de escala territorial que representa su origen. La selección de trabajos comprende pequeñas reformas y conjuntos sociales, casas privadas y parques públicos, construcciones de marés y de madera; con ello se demuestra que estos vínculos son independientes de escalas, clientes o materiales, y que, con voluntad, la arquitectura puede ser parte activa de un cambio de clima positivo.

Otra de las mejores cosas que deja el pabellón es su legado: solo un puñado de algas baleares, los tres pinos gallegos utilizados para los soportes y una cartografía que conecta grandes infraestructuras y fuentes materiales con los proyectos expuestos y sus artífices. Ojalá estos debates sirvan también para que pronto asistamos a bienales sin externalidades y en cierto equilibrio con el territorio que las alberga.

Internalities

De izquierda a derecha: Roi Salgueiro y Manuel Bouzas 


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