Influencias

Norman Foster 
01/01/2014


Aunque de forma distinta, el edificio que más me influyó fue, sin embargo, mi biblioteca local, situada en un suburbio de clase obrera y proyectada por James Jepson. Según rezaba la placa conmemorativa de la colocación de su primera piedra, el edificio fue «regalado al pueblo de Levenshulme» por Andrew Carnegie en 1904, quien a su vez financió la Biblioteca Pública de Nueva York, una conexión que al cabo resonaría con uno de nuestros proyectos más recientes. En los últimos años de mi adolescencia, y gracias a la biblioteca local, conocí libros del tipo de Vers une architecture de Le Corbusier, de 1923, o In the Nature of Materials, de Henry-Russell Hitchcock, de 1942, que daba cuenta de la obra de Frank Lloyd Wright. De la primera me emocionó su yuxtaposición de la Acrópolis y el hidroavión Caproni, y otras comparaciones entre el mundo moderno y el antiguo. Todavía me maravillo de haber sido capaz de darme cuenta de la importancia de Frank Lloyd Wright una década antes de visitar sus obras en el Medio Oeste norteamericano.

Las revistas de la época también me influyeron. Al trabajar durante mi primera juventud en el departamento administrativo de un estudio de arquitectura, tuve acceso a la Architectural Review. Un número de 1954 me introdujo a la obra de Oscar Niemeyer y su casa en Canoas, así como a los jardines de Burle Marx (ahora resulta difícil imaginarse el efecto del poderío y la extravagancia de aquellas curvas maravillosamente sensuales en la austera Gran Bretaña de ese momento). Hace dos años conocí a Oscar Niemeyer en Brasil. A los 102 años estaba lleno de vida —se había casado con su asistente a los 98— y nuestra conversación cálida y vivaz fue un modo maravilloso de rendir homenaje a uno de mis héroes...[+]


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