Identidad y experiencia

Cinco edificios, cinco materiales

Identidad y experiencia

Cinco edificios, cinco materiales

01/06/2023


Fernanda Canales, Casa Terreno, Valle de Bravo © Rafael Gamo

Con sus 130 millones de habitantes, México es el décimo país más poblado del mundo y el de mayor peso demográfico entre los que hablan español, y a esta pujanza demográfica se suman su posición estratégica, su importante economía y su poderosa cultura, que ha sabido mezclar componentes muy diversos, desde el sustrato precolombino y el legado español hasta las aportaciones de los emigrantes europeos a lo largo del siglo XX.

Si México es pujante, variado y complejo, también lo es su arquitectura. No solo la histórica de los conjuntos mayas o aztecas y las ciudades virreinales —ya en el siglo XVIII la Ciudad de México podía parangonarse con las capitales europeas—, sino también la arquitectura contemporánea, que puede interpretarse desde claves distintas que en parte son propias y en parte coinciden con las de las geografías de la globalización. Como en cualquier gran país, en México hay una arquitectura de las finanzas que crece en los focos de poder económico y se traduce en rascacielos y edificios corporativos. Hay también una arquitectura del poder y la burocracia, cuya cara son esos conjuntos en los que, desde los años cincuenta, se buscó declinar la modernidad en una clave nacional e identitaria. Hay una arquitectura de la vivienda, tradicionalmente muy importante en el país y cuyo peso no deja de aumentar, habida cuenta de las tensiones demográficas. Y hay, entre otras muchas más, una arquitectura del arte y la cultura, en la que la modernización ha buscado enraizarse en la tradición o bien asociarse a las corrientes internacionales, dependiendo de cómo soplaran los vientos ideológicos.

A esta última quiere dedicar su atención Arquitectura Viva por medio de un dossier que combina la atención a lo tipológico y lo constructivo presentando en detalle cinco edificios públicos que se han construido con otros tantos materiales. Si la ampliación del Museo Anahuacalli en la Ciudad de México, del Taller Mauricio Rocha y que ha merecido el último Premio Mies de las Américas, liga su rigor tipológico y variedad espacial al empleo sistemático de la piedra, la casa de la cultura y escuela de música en Nacajuca, del Colectivo C733, se vincula a otro de los materiales de la paleta esencial de la construcción, el ladrillo, para generar un gran espacio que protege una cubierta a dos aguas y regula un cinturón de celosías. Por su parte, el Centro Pilares Presidentes, de Rozana Montiel y también en la Ciudad de México, resuelve sus modestas crujías con bloques de hormigón para crear una atmósfera rica y contenida, en tanto que el centro deportivo Cabo en Los Cabos, del Taller Héctor Barroso, entronca con la tradición y se integra en un extraordinario paisaje a través de sus muros de tierra compactada. Finalmente, El Jardín Anatole, en la Ciudad de México, de Dellekamp+Schleich, flota sobre una plaza pública en un enclave muy denso de la capital mexicana, y es el primer edificio de madera estructural construido en el país.

Estudio MMX, Museo de Geología, Progreso © Dane Alonso


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