Un fraile abre una puerta. El espacio está completamente vacío salvo por una vela en el centro de la estancia. El religioso se acerca a ella, se arrodilla y comienza a rezar algo ininteligible. Tras pasar unas horas, aparece otro monje y vuelve a pronunciar el mismo rezo. Mientras, el anterior se marcha. Y así ad eternum. Veinticuatro horas al día y 365 días al año. La acción puede recordarnos a algún capítulo de El cuento de la criada, la novela de Margaret Atwood publicada en 1985 y convertida en serie, pero esta oración perpetua la tenemos más cerca de lo que pensamos. “El Escorial es un poco desmesurado a todos los niveles”, rememora sobre su visita Carlos Coppertone, uno de los tres responsables de la editorial vascomadrileña Caniche y editor del último libro de David Bestué, El Escorial: Imperio y estómago. “Uno tiene la impresión constante de estar en una Bienal de Arte Contemporáneo del estilo de la Documenta de Kassel”.
Que un artista como Bestué, tan fascinado por las tensiones entre tiempos históricos, haya sido el encargado de narrar la historia de este edificio ―ideado por Felipe II a finales del siglo XVI como panteón, monasterio, seminario, iglesia y palacio― permite traer al presente muchos de sus interrogantes. A esto ha ayudado una editorial tan atípica como Caniche, una plataforma creativa que no solo se encarga de publicar libros de arte, sino también de realizar exposiciones...
El País: David Bestué, el artista que quiere alejar El Escorial de la ultraderecha