Arte y cultura  Libros 

Panorama mutante

A Postmodern Neoliberal World

Kenneth Frampton 
31/10/2019


Disculpa, por favor, mi respuesta tan tardía a tus Años alejandrinos. Últimamente, he estado ocupado en tratar de terminar, por fin, la ‘imposible’ ampliación de mi Historia crítica de la arquitectura moderna, procurando trasladar mi enfoque desde Europa y Estados Unidos hasta el resto del mundo; un trabajo para el cual he empleado, por cierto, los cuatro tomos de tu Atlas, dedicados a Europa, las Américas, África y Oriente Medio, Asia y el Pacífico. Así que ha sido sólo ahora cuando he tenido tiempo para hojear el primer volumen, ‘La edad del espectáculo, 1993-1999’, que me llevó, en primer lugar, a preguntarme quién te ha podido sustituir, a lo largo de los últimos años, como crítico de arquitectura de El País. Tu ‘desaparición’, por así decir, no hace más que subrayar la desaparición de la crítica de arquitectura en general, y en este sentido recuerdo los tiempos en que Bruno Zevi escribía regularmente para L’Espresso, Stanislaus von Moos para Neue Zürcher Zeitung y, más tarde, Deyan Sudjic para The Guardian, así como Ada Louis Huxtable para el The New York Times.

Me impresiona el carácter abierto de tu crítica, que en ‘La edad del espectáculo’ da cuenta de temas que van desde ‘El declive de la rosa’ hasta las elecciones francesas. Lo excepcional de haber recopilado los textos que presentas en el libro es la manera en que permite revelar los cambios constantes, de alcance nacional e internacional, que experimenta el mundo neoliberal, tal y como evidencia sobre todo tu crónica de enero de 1995, donde acuñas el término ‘tecnópolis’ para referirte a Hong Kong y Singapur, acompañando el texto con la foto aérea, en verdad impactante, del Aeropuerto de Chek Lap Kok. Esta es, seguramente, la historia que se está produciendo a lo largo y ancho del mundo, excepto en África y tal vez en Latinoamérica. La historia que sufre hoy Nueva York, donde los rascacielos, uno tras otro, van consumiendo la trama urbana de Manhattan. Así y todo, parece que el modelo de las ciudades-estado españolas sigue resistiendo, y que de vez en cuando aún aparecen obras de arquitectura española hechas con sensibilidad.

Quizá seas, Luis, una de las pocas ‘voces del viejo mundo’ que todavía son capaces de ver las cosas como son. En la era de lo espectacular, vuelves una y otra vez a lo no espectacular, tal y como todavía es posible encontrarlo en Moneo, Fehn, Aalto, Dieste, Faloci, De la Sota, Bonell i Rius, Cruz y Ortiz, Linazasoro, Mansilla+Tuñón, (¡excepto en el inexplicable queso gruyère de su centro de convenciones!), así como en Miralles, Pinós, Viaplana, Siza, Maki e incluso Foster, que tú fuiste uno de los primeros en valorar en su justa medida. Entre tus artículos más emocionantes está, sin duda, tu reseña de la exposición de la arquitectura informe en París que termina con tu justificable rabia por el vertedero a las afueras de La Coruña, y el ensayo, realmente conmovedor y complejo, ‘Cenizas de agosto’. Esto es todo, por el momento.


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