El cultivo del espíritu

En la Colina de los Chopos

Luis Fernández-Galiano 
30/06/2003


El camino que conduce a la modesta acrópolis madrileña de los altos del Hipódromo se inicia en Daimiel. Allí nace en 1913 el hijo del farmacéutico que estudia el bachillerato en Badajoz, lidera en 1929 las protestas estudiantiles por la subordinación de los Institutos a la Universidad, y aclama en 1931 la proclamación de la República desde el balcón de la abigarrada pensión madrileña donde prepara el ingreso en la Escuela de Arquitectura ejercitándose en el dibujo de la estatuaria clásica. Allí pierde en 1934 su fervor republicano al ser apedreada una procesión en la que participa, reaccionando a la persecución religiosa con su adhesión al grupo católico —núcleo inicial del Opus Dei— aglutinado por el sacerdote José María Escrivá de Balaguer en una residencia de la calle Ferraz. Y allí vive durante el primer año de la Guerra Civil, prófugo del ejército republicano y oculto en un zulo de la casa paterna del que sólo saldrá para escapar con documentos falsos, pasando a Francia con Escrivá por los Pirineos e incorporándose al bando nacional en Burgos, tras lo cual participará como conductor en los combates de Teruel y, ya alférez, al frente de una columna de camiones en la batalla del Ebro y en la toma de Barcelona. Reincorporado a la Escuela tras la guerra, termina la carrera en 1942, y ese mismo año recibe de su correligionario y compañero de residencia José María Albareda el encargo de remodelar el auditorio de la Residencia de Estudiantes en la mítica Colina de los Chopos para convertirlo en capilla del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, una institución a la que dedicará la primera década de su vida profesional... [+]


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