Experiencias privadas

De Alcobendas a Almagro

Luis Fernández-Galiano 
30/06/2003


Como el arquitecto infatigablemente experimental que es, Miguel Fisac transitó sin solución de continuidad de los huesos estructurales a los encofrados flexibles, y de ambos procedimientos constructivos hizo uso en el estudio que levantó en hormigón junto a su casa de Alcobendas en 1971. De forma similar al médico que usa su propio cuerpo para ensayar remedios, en el estudio se prueban todo tipo de soluciones dudosas, desde la sustitución de las carpinterías por sellados de neopreno hasta la ejecución in situ de muros flácidos, una curiosidad generosa que paradójicamente coincidiría con la clausura de su período más productivo. La incertidumbre política y el estancamiento económico de los años de la transición democrática no dejarían de afectar a Fisac, que se vio obligado a cerrar en 1977 un estudio ya escasamente usado, remodelando al año siguiente, con sus característicos y poco comprendidos encofrados flexibles, una casa para su familia en Almagro que se diría voluntaria representación de su retirada a un segundo plano y el regreso a los paisajes manchegos de su infancia. Esporádicamente activo en los ochenta, y felizmente celebrado en los noventa por sus colegas y el público general, que protestaron clamorosamente en 1999 el derribo de una de sus obras más visibles —la ‘pagoda’ de los laboratorios Jorba en la carretera de Barajas—, el Fisac nonagenario sigue testarudamente en activo, insolentemente memorioso y lúcidamente crítico de una modernidad que ha vendido su alma inventiva al diablo del espectáculo, cambiando su primogenitura intelectual por el plato de lentejas del narcisismo mediático... [+]


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