De lo técnico a lo térmico

Luis Fernández-Galiano 
01/01/2014


La Escuela de Arquitectura de Madrid, donde se formó Iñaki Ábalos, albergaba en los años setenta dos tradiciones, que tenían origen en dos influyentes profesores de la misma, Alejandro de la Sota y Francisco Javier Sáenz de Oíza. Los discípulos de Sota veneraban a Mies van der Rohe, y proyectaban una arquitectura despojada de otra lógica que no fuese la constructiva; los de Oíza, por su parte, admiraban a Le Corbusier, y proponían un enfoque eminentemente formal, inspirado también por el organicismo de Frank Lloyd Wright. En su trayecto profesional y vital, Ábalos ha transitado de la construcción a la forma, y por lo tanto de la herencia de Sota —que condicionó con su rigorismo técnico y geométrico su prolongada asociación con Juan Herreros— al legado de Oíza, cuya libertad expresiva se advierte hoy en los proyectos paramétricos que desarrolla con Renata Sentkiewicz, colaboradora desde 1997 y socia tras la separación de Herreros en 2006.

Arquitecto siempre interesado en la dimensión intelectual de la disciplina, puesta de manifiesto en ensayos como Técnica y arquitectura en la ciudad contemporánea (con Juan Herreros), La buena vida y Atlas pintoresco, Ábalos se ha nutrido del liberalismo político de John Rawls y el pragmatismo filosófico de Richard Rorty para procurar inscribir sus proyectos en el pensamiento de nuestro tiempo, con un especial énfasis en la relación de la arquitectura con la naturaleza y el paisaje, circunstancia ésta sin duda estimulada por sus tempranos proyectos de estaciones depuradoras de aguas residuales. De aquí proviene su continuada atención al pintoresquismo, desde Capability Brown o Frederick Law Olmsted hasta Burle Marx o Robert Smithson, una preocupación que se amalgama con las prioridades actuales en el ámbito de la sostenibilidad para proponer una estética basada en los flujos de energía, con el propósito de alcanzar la ‘belleza termodinámica’.

Esta estética extrae su complejidad formal y su variedad compositiva del uso de herramientas digitales, que permiten efectuar el traslado de la teoría a la práctica mediante algoritmos que generan geometrías orgánicas o cristalográficas. En esta reflexión proyectual sobre la relación entre materia, forma y función ha tenido un papel protagonista Sentkiewicz, un arquitecta e ingeniera formada en Cracovia que adquirió muy tempranamente responsabilidades en el estudio, y que ha sido la impulsora del tránsito de Ábalos de la construcción a la forma, y de lo técnico a lo térmico: una evolución que hace posible reunir las voces contemporáneas que reclaman atención a la sostenibilidad y al paisaje con los ecos del Oíza que, tras regresar fascinado de un viaje a Estados Unidos, daba en los años cincuenta clase de instalaciones en las aulas madrileñas, y reprochaba termodinámicamente a Gutiérrez Soto su granítico Ministerio del Aire: «Don Luis, menos piedra y más frigorías».

Luis Fernández-Galiano


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