Reciclar grandes infraestructuras para darles una segunda vida no es algo novedoso. Son muchos los proyectos que han convertido redes de distribución de energía o trazados ferroviarios en nuevos espacios urbanos. Pocos hay, sin embargo que, en vez de desmontar la vieja dotación, la mantienen en uso y garantizan su viabilidad con nuevas funciones. Este es, precisamente, el caso de la propuesta que Norman Foster, en colaboración con Space Syntax y el estudio de paisajismo Exterior Architecture, acaba de presentar tras un desarrollo de dos años: superponer al trazado existente de metro en superficie de Londres —unos 220 kilómetros de vías— un carril superior destinado a la circulación rápida de bicicletas. La nueva red daría servicio a unos 6 millones de personas, la mitad de los cuales vivirían y trabajarían a menos de 10 minutos de los 200 puntos de acceso —rampas o plataformas hidráulicas— que tendría la dotación, y que conectarían la cota variable del suelo con una vía a 15 metros de altura, sostenida por una estructura independiente a la del ferrocarril. Con la intervención, Foster estima que podría asumirse un tráfico de 12.000 ciclistas a la hora, con un ahorro unitario derivado de 30 minutos de jornada laboral. Se ha anunciado además que la propuesta, que está siendo estudiada por el Ayuntamiento de Londres, tendrá nuevas versiones en París y otras ciudades europeas.