El estudio de Thomas Heatherwick, conocido por la impronta artística que sabe darle a sus edificios e instalaciones, acaba de terminar en el barrio londinense de King’s Cross el centro comercial Coal Drops Yard. Como su propio nombre indica, se trata de un conjunto de almacenes de carbón del siglo XIX, abandonado definitivamente en 1990, y cuyos elementos patrimoniales se han conservado y rehabilitado ahora para hacer posible un cambio de uso rentable, en este caso de una dotación vinculada a la Revolución Industrial a otra ligada al mundo del hiperconsumismo contemporáneo.
El edificio, de algo más de 9.000 metros cuadrados de superficie, está formado por pabellones alargados y bajos cuya presencia, al nivel de la calle, viene definida por poderosos y ajados muros de ladrillo ornamentados con hileras corridas de balaustres de hierro colado, elemento muy característico de la arquitectura industrial del siglo XIX.
De los dos principales pabellones, y como si se tratara de la joroba en la boa de El principito, brotan sendos cuerpos bulbosos y sin embargo elegantes, recubiertos de pizarra, que van ganando altura hasta llegar al centro del conjunto, donde se encuentran para conformar una especie de dosel cívico que cubre la plaza principal.