Desde que en 2003 fundara su Oficina de Innovación Política, Andrés Jaque ha sabido hacerse un hueco —un hueco en verdad creciente— en el panorama de la arquitectura española e internacional a fuerza de explorar fenómenos que ni los profesionales ni en realidad tampoco la academia suelen considerar ‘arquitectura’. Fenómenos como la politización del espacio doméstico, el carácter sexualmente marcado de la esfera pública, las contradicciones de lo que hoy se conviene en llamar ‘sostenibilidad’ y la influencia cada vez mayor de las redes sociales en el espacio de convivencia cotidiano. Todo ello sosteniéndose en discursos heteróclitos y multidisciplinares que se alimentan en lo fundamental de los estudios de género y que se aplican de acuerdo a eficaces estrategias —la instalación, el gadget-manifiesto— que provienen del mundo del arte. Esta carrera de casi tres lustros se presentará hasta el 19 de noviembre en los espacios madrileños de La Fragua y Estudios de Tabacalera, en una exposición titulada ‘Políticas transmateriales’ cuya comisaria es Ariadna Cantís. La muestra incluirá los trabajos más importantes realizados por Jaque en los últimos años, como IKEA Disobedients (que es ya parte de la colección del MoMA), Sales Oddity (premiado en la 14ª Bienal de Venecia) y Cosmo (PS1), además de ‘clásicos’ como Escaravox o la Tupper Home.