Poliédrica, desinhibida, prolija, ajena a las distinciones entre géneros: la obra de Richard Hamilton (1922-2011) es difícil de catalogar. Es un hecho que dota de mayor relevancia si cabe a la gran muestra que hasta el día 13 de octubre podrá visitarse en el MNCARS de Madrid. Comisariada por Vicente Todolí y Paul Schimmel, se trata de la mayor retrospectiva (270 obras) dedicada nunca al artista británico, además de constituir una suerte de testamento artístico, al ser concebida hace cinco años por el propio Hamilton, que murió antes de ver acabado un proyecto que consideraba como una ‘exposición de exposiciones’. Fue precisamente una exposición inspirada por él mismo en 1956, ‘This is Tomorrow’, la que le hizo saltar a la fama gracias a un collage con ecos arquitectónicos que representaba un esculturista y una playmate con lo senos desnudos en un interior doméstico de la época. Titulado ¿Qué es lo que hace que las casas de hoy sean tan diferentes, tan atractivas?, ese collage daría inicio al arte pop, que un año después Hamilton, en una carta a los Smithson, describiría así: «Popular, efímero, prescindible, barato, producido en serie, joven, ingenioso, sexy, divertido, glamuroso y un gran negocio.» El del pop fue, desde luego, un gran negocio, pero ello no resta méritos a una extraordinaria carrera en la que el artista británico, singular discípulo de Duchamp, se anticipó al apropiacionismo, a la instalación y al videoarte, y, sin dejar de nutrirse de la cultura de masas, no evitó el ejercicio de una corrosiva crítica social y política.