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Kandinsky en Madrid

Abstracción y empatía

30/11/2015


Si se entiende en un sentido literal, el sobrio título de la exposición más mediática del madrileño CentroCentro, ‘Kandinsky, una retrospectiva’, es adecuado. Se trata, en efecto, de un paseo por toda la carrera del ruso: sus comienzos en el Múnich de las vanguardias expresionistas —donde Kandinsky siente la llamada de la abstracción tras escuchar la música de Schönberg—; su vuelta a la Rusia soviética, donde se compromete definitivamente con la experimentación no figurativa; su retorno a Alemania y su fructífero trabajo en la Bauhaus —donde sus clases y sus obras formadas por planos y colores marcarían a toda una generación—; y, finalmente, sus años en París, donde explora una abstracción alternativa en la que se aprecian los ecos de Miró.

Más dudoso resulta el título cuando se repasan las obras seleccionadas. Pocas de ellas son realmente obras maestras, y las que lo son se acompañan de otras de índole menor, que hacen las veces de prescindible corifeo. Además, la exposición está claramente sesgada hacia la etapa parisina del artista (que por muy interesante o desconocida que pueda resultar sigue siendo menor); una perspectiva que se explica por la procedencia de los fondos presentados: el Centro Pompidou de París.

Con todo, se trata de una muestra atractiva, bien montada y estructurada, y presentada con claridad, que funciona como una estupenda introducción al empático y lírico mundo abstracto del maestro ruso.

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