David Chipperfield trabajó en los estudios de Norman Foster y Richard Rogers en los años 1980, pero apenas queda una huella reconocible de tales maestros en sus edificios. Su escueta arquitectura, geométrica pero cálida, resulta más cercana al esencialismo material de los mejores arquitectos germanos y a la sensibilidad por la historia de los mejores teóricos italianos. En las obras de Chipperfield conviven sin dificultad los tipos de un Rossi, la sencillez de un Tessenow y la obsesión por los materiales de un Zumthor, pero este eclecticismo ideológico se traduce en una arquitectura coherente hasta la saciedad, que insiste con tozudez en los principios de la disciplina (el espacio, la luz, la geometría), y que quizá por ello resulta apta para adaptarse a los diferentes ecosistemas de la globalización, por muy agresivos que sean.
Pasados treinta años desde que Chipperfield fundara su estudio en Londres, el Museo ICO de Madrid dedica al arquitecto una ambiciosa muestra, ‘Essentials. David Chipperfield Architects’, comisariada por Fulvio Irace, que podrá verse hasta el 24 de enero de 2016, y que da cuenta de la trayectoria del británico a través de una estupenda colección de maquetas, una extraordinaria serie de fotografías de Candida Höfer, y un cuidado catálogo con una selección de treinta obras y proyectos presentados por Irace, Luis Fernández-Galiano, Rik Nys y el propio Chipperfield.