Opinión 

Alternativas domésticas

Más allá de lo común

Opinión 

Alternativas domésticas

Más allá de lo común

Martino Tattara  Pier Vittorio Aureli  Daniele Ceragno 
01/12/2022


Las últimas décadas han estado marcadas por un renacimiento de los ‘bienes comunes’. El término describe, en general, la gestión de recursos naturales o sociales para un beneficio directo que se da sin ánimo de lucro. Los bienes comunes pueden ser desde bosques hasta lagos, desde edificios hasta softwares. No son ni públicos ni privados, por cuanto están directamente gobernados por las comunidades de acuerdo a un conjunto de reglas y organizados en lo que se denomina ‘instituciones de los comunes’. Iniciado a finales de los años sesenta, el discurso sobre los comunes ha recuperado actualidad. Los bienes comunes aparecen como la estructura más eficaz para encarar problemas apremiantes como el derecho a la ciudad y la mercantilización del espacio urbano. El discurso sobre lo común suele ser empleado por los activistas y los movimientos sociales como antídoto y alternativa contra las políticas neoliberales desenfrenadas, el capital supermóvil y el desmantelamiento del estado de bienestar. Hoy día, la popularidad de los bienes comunes suele estar respaldada por una colección variada de imaginarios idílicos, como el uso de los códigos abiertos en la gestión de los recursos naturales y digitales, la ocupación urbana y la horticultura comunitaria. Sin embargo, estos imaginarios no hacen sino sostener un proceso de idealización simplista de lo común, que se caracteriza de un modo romántico —o incluso ingenuo— por la espontaneidad y la informalidad. Desde este imaginario, los bienes comunes se gestionarían de abajo arriba y sin fricciones para traducirse en una forma de ‘política del pueblo’ o política de lo inmediato. Estos modos ensalzan el antiautoritarismo local tanto como la democracia asamblearia. Autores como Nick Srnicek y Alex Williams afirman que la política del pueblo, en el mejor de los casos, podría dar forma a pequeños grupos de relaciones no capitalistas, pero resultaría incapaz de ampliar su alcance para constituirse como relato universal contra la mercantilización. En cuanto política popular, lo común pueden fácilmente quedarse en mera estrategia de convivencia local, sin que llegue en ningún momento a modificar las estructuras sociales...[+]


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