En la arquitectura española, la palabra ‘autoconstrucción’ permanece ligada a la deslumbrante experiencia de los ‘poblados dirigidos’ en el Madrid de los años cincuenta. Su éxito y la participación de algunas de las grandes figuras de nuestra arquitectura contemporánea han inspirado actuaciones posteriores promovidas por organismos como la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía que, junto a los Ayuntamientos, lleva años ensayando esta modalidad de promoción pública, en la que parte del coste de la vivienda se salva con el trabajo personal de los futuros usuarios. Y el municipio sevillano de Lantejuela se ha sumado a la experiencia.

Por una calle que discurre entre edificaciones agrícolas y campos de cultivo se alcanza el antiguo campo de fútbol, un terreno en el que se prevé la construcción de tres manzanas de viviendas adosadas. El conjunto se conforma en la más alejada, con cuatro hileras a lo largo de cada una de las calles perimetrales de forma que el último testero de cada fila marca el inicio de la alineación del siguiente frente. Entre los volúmenes, un espacio interior permite el acceso a los aparcamientos, localizados en los patios traseros de las viviendas. El carácter colectivo de este núcleo incorpora una serie de ‘episodios urbanos’ en un entorno determinado por su ausencia y, junto a la estricta seriación de los alojamientos, preserva el talante unitario e integral de la operación.

Dada la limitación de superficie y la necesaria sencillez en la materialización de las viviendas, cada una se resuelve mediante dos crujías perpendiculares a fachada con un marcado eje central que, a modo de diaclasa, permite que resbalen una sobre otra, reduciendo los espacios de distribución a favor de los exteriores: un pequeño patio de ingreso desde la calle y uno posterior, con las zonas de aparcamiento y jardín bien diferenciadas. Este sencillo esquema de desplazamiento define la circulación interna de la casa y posibilita el futuro crecimiento de la vivienda...[+]