Una residencia de personas mayores y un centro de día para un pequeño pueblo de la comarca zamorana de Sayago, cercana a Portugal. Arboledas y campos de cultivo acotados por singulares muros de piedra y salpicados de afloraciones de granito, las ‘peñas’. Un terreno virgen en el límite del casco, lleno de peñas; sentados sobre ellas surge el proyecto: mínima intervención, máximo respeto hacia la naturaleza existente. Al ser una parcela generosa, todos los espacios accesibles a los mayores podrían estar en una sola planta; un único plano sobre las rocas, lo que generaba bajo el mismo grandes espacios libres, de hasta tres metros de altura. Se decidió que el edificio volase y el terreno pasara libre bajo la construcción, de modo que las propias rocas hacen de firme. La estructura se plantea apoyada en tres rocas alineadas: dos de ellas separadas 21 metros; la tercera, 43. Resulta así un edificio-viga de 80 metros de longitud y 11 de anchura, una estructura metálica más cercana a un puente que a una edificación, formada por una gran viga cajón de 4,5 metros de canto y 4,2 de ancho con dos voladizos laterales de 3,6 m.

La residencia se acomoda en el edificio puente, que disfruta de las vistas, y el centro de día queda situado en la zona más próxima al pueblo. A diferencia de la residencia, el volumen del centro de día se hinca en el terreno, surgiendo una planta semienterrada donde se sitúan todas las áreas a las que no acceden los usuarios. Ambos edificios se comunican mediante una pasarela. En el exterior, la naturaleza permanece intacta y el terreno desciende suave entre las rocas. En verano, bajo el edificio puente corre una brisa salvadora.

La lejanía del pueblo, el tamaño de la empresa constructora y la adecuación al medio rural aconsejaban utilizar acabados del lugar: piedra de la zona, paneles lisos de chapa y revestimiento acrílico elástico. Más allá de sus diferencias, ambos edificios dialogan entre sí con similares acabados y detalles, que pasan del uno al otro a través de la pasarela... [+]