El viaje como sinónimo de conocimiento y el mar como plataforma de descubrimientos y aventuras se reúnen en este nuevo museo de Génova. Cuna de navegantes ilustres y ciudad natal de León Battista Alberti, la ciudad que llevó el título de Capital Europea de la Cultura en 2004 se ha ocupado en los últimos años de renovar y despejar su frente marítimo. El edificio Galata, ubicado en el corazón del puerto, se ha convertido, tras un concurso internacional convocado en 2000, en un museo dedicado al mar y a la navegación. Pocas construcciones han ofrecido imágenes tan diferentes a lo largo de su historia como este antiguo arsenal, que ha rechazado cuantas fachadas se le han adosado a lo largo de los siglos. Desde las esbeltas arcadas que aparecen en los grabados del siglo XVII hasta las imágenes más recientes de pasarelas y estructuras de hormigón superpuestas a su frente neoclásico, ilustran el carácter indefinido que llegó a poseer este edificio de fuertes resonancias piranesianas.

El cambio de uso ha supuesto operaciones de vaciado, así como la adición de espacios de grandes dimensiones acordes a su carácter institucional. Una nueva piel transparente se aleja lo suficiente de la fachada a la dársena como para instalar en este punto el núcleo principal de comunicaciones verticales y un vestíbulo acorde con su presencia pública. La demolición del muro lateral le confiere el aspecto de una enorme vitrina luminosa que surge entre los gruesos contrafuertes, donde la reproducción de una vieja galera sirve como el panel anunciador del museo. Se trata, por tanto, de una fachada profunda, constituida por la superposición de tres capas: el cerramiento exterior de vidrio, los contrafuertes masivos que imponen un ritmo vertical y el espacio interior, insólito y vigoroso. Un celofán de vidrio y aluminio delimita ambos frentes, mientras que la parte posterior expresa la configuración estructural del edificio con la superposición de las espaciosas bóvedas, proponiendo así una imagen que se aproxima a las representaciones del edificio realizadas en los siglos XVII y XVIII. La intervención busca los resultados más sugerentes en el interior. Con la adición del cuerpo de escaleras y de una rampa suave que conduce hasta la sala-mirador, los espacios, antes apretados y oscuros, quedan liberados e inundados por la luz cenital que se desliza desde la caja de vidrio. El mirador, con cerramiento transparente y abierto al cielo, se convierte en el nuevo faro que ilumina la dársena... [+]