En los terrenos suburbanos de Santiago de Chile se encuentra la parcela donde se sitúa este refugio unifamiliar. Una casa que se aleja del ruido de la ruta Panamericana para asimilar el ritmo pausado de los caminos rurales, delimitada por altos arbustos que confieren un carácter más aislado y recortado frente a la silueta de la Cordillera de los Andes. Se abandona el proceso constructivo tradicional de las residencias, entendido como la conjunción de una serie de elementos nítidamente definidos que separan el exterior del interior, para difuminar la transición entre ambos.

El edificio se basa en la superposición de cuatro capas. La primera constituye un núcleo introvertido de hormigón armado estructural revestido en su interior por mosaicos de vidrio, de manera que funciona como célula húmeda y alberga ambos baños. En torno a este núcleo se construye un perímetro realizado con dos grandes celosías de madera laminada. Éstas se sitúan superpuestas, desplazadas una de la otra dejando que las superiores vuelen hasta 5,20 metros. En el espacio que delimitan ambas estructuras se distribuye la zona social a nivel de acceso y una estancia de trabajo en el piso superior. Las celosías se cierran en algunas partes con tableros, mientras que en otras quedan abiertas para ser usadas como útiles baldas dispuestas a lo largo de todo el cerramiento de la vivienda. Alrededor de estas estanterías se despliega una piel translúcida, compuesta por paneles de policarbonato, que dota al interior de luz natural además de proporcionar control climático. En algunas partes se reemplaza el policarbonato por vidrio aislante transparente. Finalmente, un tejido de polietileno mezclado con aluminio, habitualmente usado en los invernaderos, configura la capa más externa, que varía su densidad en función de la orientación. Este velo además se utiliza como pantalla energética, para retener el deslumbrante sol chileno reflejando hasta un 70 por ciento de la luz solar, a la vez que actúa como una capa protectora contra los insectos... [+]