Las numerosas definiciones que podrían aplicarse a este extraño edificio —ágora, museo, aula, espacio para instalaciones y/o performances— denotan su carácter excepcional. Y no menos especial es el escenario sobre el que se alza: el valle del río Shibumi, donde casas tradicionales de madera y un antiguo templo aparecen diseminados entre los extensos arrozales cultivados por los vecinos de Matsudai. En este contexto, el centro cultural y agrario ‘País de Nieve’ se erige no sólo con la voluntad de revitalizar la actividad cultural de la región y como sede del festival trienal de arte ‘Echigo Tsumari’; también con el objetivo de contribuir a la transformación de su actual realidad demográfica y social: creciente abandono de los campos de cultivo y envejecimiento progresivo de la población como consecuencia de la emigración juvenil.

El factor más influyente en el arranque y posterior desarrollo del diseño fue la climatología: los veranos, cálidos y húmedos, son seguidos de inviernos muy fríos, en los que fuertes nevadas cubren el paisaje con mantos de hasta 4 metros de altura. Otro condicionante fundamental residió en los flujos que discurren por el lugar: tráfico, agua y energía se encauzan en la línea de tren de Hokuhoku, el río y una línea de alto voltaje, respectivamente.

La posición definitiva del edificio se encontró conjugando los patrones de movimiento sobre el solar con el perímetro cuadrado de la planta, cuya posición se varió hasta obtener, aproximadamente, las áreas requeridas para cada estancia. Los caminos definidos en dichos patrones corresponden a los ‘pasillos’ abiertos en la nieve durante el invierno para conectar diferentes puntos. Extendiendo estos recorridos hacia el interior del edificio se conformaron los espacios de circulación.

El reducido programa del centro y la amplitud del contexto de actuación condujeron a resolver la ordenación en una única planta, que se elevó sobre el nivel del suelo y por encima de la cota máxima alcanzada por la nieve para evitar que quedara sumergida bajo ésta, procurando así una plaza al abrigo de la intemperie en la que se situaron un teatro, taquillas y vestuarios. Esta decisión ha contribuido además a que se pueda disfrutar de vistas panorámicas; cada estancia se entiende desde el exterior como un escaparate.

Bíceps en tensión

La estructura del edificio concentró gran parte de los esfuerzos del proyecto. La propuesta de despejar de obstáculos la plaza en planta baja para poder llevar a cabo con libertad diferentes actividades, y la búsqueda de diafanidad y de una mayor amplitud de vistas en la planta alta exigieron asignar a la cubierta la sujeción del conjunto. Coordinando progresivos ajustes sobre la dimensión de las vigas de cubierta se consiguió que su pendiente fuera mínima y, con ello, transitable, apta para utilizarse como mirador sobre el entorno. El resultado de dichos ajustes fue la aparición de una considerable maraña estructural sobre la azotea. Aunque nunca se tuvo la intención de proyectar una imagen en particular, el aspecto final del centro muestra cierta similitud con el de los insectos que reaparecen todas las primaveras sobre los campos. También sugiere que podría albergar un observatorio astral... [+]