El mismo cliente de la casa en Chicago contactó con el estudio para un nuevo encargo situado en la parcela contigua a su vivienda. En esta ocasión, el proyecto involucró la transformación de un edificio residencial de ladrillo, construido a principios del siglo XX, en una galería de arte contemporáneo.

La primera decisión del proyecto consistió en la conservación de la fachada cerámica del inmueble para preservar, de esta manera, su imagen en la memoria colectiva del vecindario —un barrio de marcado carácter histórico— y facilitar la integración del museo en su contexto urbano más inmediato. Sin embargo, la altura y distribución de la estructura interior, concebida originalmente para albergar apartamentos, no permitía una correcta adaptación para hacer frente a los requisitos del nuevo programa por lo que se decidió demolerla. Tras finalizar el proceso de vaciado, la carcasa de ladrillo se completó con la construcción de un cuerpo de hormigón armado. El espacio intersticial entre las paredes del nuevo volumen y la envolvente preservada conecta las tres capas que conforman el conjunto edificio y acoge los espacios de circulación. Por su parte, la última planta sobresale por encima de la antigua fachada y refleja, gracias a un revestimiento de vidrio, los árboles y el estanque de agua aledaños.