El parque Ueno, una cesión de la familia imperial a la ciudad de Tokio, es un amplio espacio público que aloja un gran número de instituciones culturales. Una de ellas, la antigua Biblioteca Imperial, fue objeto de rehabilitación para transformarla en una biblioteca para niños.

El edificio existente presentaba un estilo arquitectónico pseudo-clásico en línea con las tendencias dominantes durante la occidentalización del Japón moderno. La intervención no consistió en una mera conservación del antiguo conjunto, sino en una regeneración basada en un diálogo de contrastes entre lo nuevo y lo viejo. Dicha colisión se pone de manifiesto con la inserción de dos cajas de vidrio: una situada a cota de calle que señala el acceso a la biblioteca; otra colocada en la tercera planta que perfora la estructura existente y funciona como el eje principal que organiza el nuevo programa. Como resultado, el espacio interpuesto entre la piel de vidrio y la fábrica de ladrillo da lugar a una engawa, que desde el interior se percibe como un amortiguador entre lo viejo y lo nuevo, mientras que desde el exterior simboliza su coexistencia confrontativa. En cuanto al interior, la antigua sala de lectura se transforma en un espacio museístico con dos cilindros que acogen exposiciones temporales...[+]