La construcción de la Ronda de Barcelona en 1992 dejó una serie de solares residuales sin urbanizar, en uno de los cuales se ha proyectado un centro deportivo, una residencia y una torre de viviendas tuteladas para gente mayor. Esta se eleva 17 plantas sobre su entorno y ofrece un interesante experimento tipológico. Al colocarse girada 45º respecto a la ronda favorece la incidencia solar en la plaza situada en su base, y consigue una mejor orientación para las viviendas.

La Torre Júlia se divide claramente en tres partes, cada una de las cuales se dedica a una ‘comunidad’ y tiene asignado un espacio común de doble altura, ubicados en las plantas 3, 7 y 11, en el que los ancianos pueden desarrollar actividades compartidas. Esta división en altura se traduce en los alzados de la torre tanto a nivel cromático como formal. El objetivo de crear espacios para que los mayores puedan socializar se extiende también al diseño de los pasillos y las escaleras, que cuentan con una gran anchura para propiciar los encuentros, y que se han concebido como calles para pasear con vistas privilegiadas sobre la ciudad. Zigzagueando en dos de las fachadas, las escaleras se convierten en el motivo principal de la imagen del edificio, al que confieren un gran dinamismo.