La compañía teatral Le Maillon de Estrasburgo inició su trayectoria en el barrio de Hautepierre para más tarde trasladarse a Wacken, donde se construyó, como solución temporal en 1999, una sede que con el tiempo ha quedado obsoleta. Desde sus comienzos, la compañía persigue traspasar los límites de la disciplina y alejar la creación contemporánea de la percepción general de arte elitista. Con este objetivo y esta historia singular como motores proyectuales, la propuesta concibe la nueva sede no como un lugar, sino como una máquina artística en la que los espacios de representación y de producción convergen.

Desde el punto de vista urbano el proyecto se configura, debido a su particular situación dentro del tejido urbano, como una articulación que establece un diálogo con los edificios más relevantes de su contexto: el Parlamento Europeo, las Oficinas Regionales de la Alsacia o el Centro de Exposiciones, definiéndose como un espacio urbano. Los más de 7.000 m² del programa se alojan en un paralelepípedo —resultante de la extrusión de la parcela— situado como elemento de culminación al final de la avenida Schutzenberger y en esquina con la plaza de Adrien Zeller.

El proyecto busca superar la configuración tradicional de la tríada foyer-teatro-logística con una organización basada en una serie de espacios libres concatenados en los que los espectadores se mueven libremente, pasando de unos a otros, dentro de la misma performance. Se trata de un marco espacial flexible a partir de un módulo de 4,60 metros, resultante de unos requerimientos teatrales específicos, capaz de acoger diferentes escenarios y crear un amplio abanico de usos potenciales. Así, la entrada se puede transformar en escenario, los patios en galerías expositivas o el pequeño teatro en un espacio social. El muro, dispuesto a lo largo del sistema de modulación, es el elemento que define la jerarquía y el carácter de los espacios mediante una serie de relaciones de contraste: interior y exterior, entrada y salida, público y privado, lleno y vacío, o noche y día. Tan solo la parte superior de los muros es estructural, mientras que en la inferior se disponen elementos deslizantes, pivotantes y desmontables que ponen énfasis en la condición cambiante del edificio.

Por su parte, las fachadas se convierten en una interfaz a través de la cual se perpetúa la historia de Le Maillon. La alternancia de llenos y vacíos configura el ritmo de la fachada, construida con muros de hormigón negro en los que se recortan huecos de escala monumental para abrir el teatro a la ciudad.