La nueva sede de Amorepacific, la mayor empresa de cosmética de Corea del Sur, está ubicada en el centro de Seúl, en el mismo lugar donde la compañía se instaló en 1956. La parcela se sitúa junto a una antigua zona militar estadounidense que está siendo reemplazada por un gran espacio verde y un complejo empresarial de alta densidad. Este proyecto de gran escala, que cuenta con el mayor desarrollo de torres de Corea, alterará sustancialmente el tejido urbano del distrito de Yongsan.

En este contexto, la nueva sede de Amorepacific se inserta en su entorno con una forma que es al mismo tiempo abstracta y gestual. A partir de un volumen único y preciso, los diferentes espacios se dimensionan cuidadosamente en torno a un patio central para maximizar la efectividad de la ventilación y la iluminación natural. Tres grandes huecos monumentales conectan este vacío con el exterior, proporcionando vistas panorámicas tanto de la ciudad como de las montañas distantes. Como si fueran ‘jardines colgantes’, estas aperturas dan escala al conjunto y permiten que la naturaleza se extienda desde el parque adyacente hasta el interior.

Elevado sobre una plataforma de acceso, el edificio se abre a la ciudad a través de un generoso vestíbulo. Sobre él, un gran atrio funciona como espacio común, con jardines y zonas de descanso para los usuarios. Una amplia variedad de servicios —como un museo, un auditorio, una biblioteca, restaurantes y guarderías— hacen que el edificio no sólo sea una sede eficiente, sino también la cara pública de una empresa activa que participa en el crecimiento metropolitano de Seúl. El diseño responde por tanto a las aspiraciones sociales, culturales y profesionales de la empresa, al combinar espacios de trabajo con otras actividades accesibles a toda la comunidad.

Sobre la fachada acristalada, un revestimiento formado por un brise-soleil continuo contribuye a mejorar el comportamiento energético del edificio arrojando sombra y limitando la temperatura. Además, esta segunda piel aporta una imagen coherente y sólida al conjunto, ya que, a pesar de su complejidad, se percibe como una unidad; sin dejar de transmitir por ello una sensación de apertura y ligereza, gracias a la esbeltez de las varillas metálicas que rodean todo el perímetro y conforman una superficie etérea. Metafóricamente, la nueva sede se hace eco de las aspiraciones de una organización moderna, buscando un equilibrio entre lo local y lo global, lo privado y lo público, lo colectivo y lo individual, lo formal y lo informal.