Los cuatro volúmenes de hormigón armado de este proyecto en Berlín amplían una construcción de ladrillo levantada en 1895 y que en su día fue una fábrica de pianos. Las nuevas edificaciones son prismas cuyo tamaño depende del de los edificios colindantes, y cuya envolvente blanca se matiza con grandes huecos de suelo a techo cuya posición sigue una coreografía tranquila. Desde el punto de vista constructivo, lo más singular del edificio es la composición de la envolvente, con una sola hoja monolítica, de hormigón armado, que cumple, como antaño los muros de carga, varias funciones a la vez: estructural, estética y energética. El hormigón tiene una composición especial, pues su cemento se mezcla con aditivos naturales, como áridos de piedra pómez, esquisto expandido, roca volcánica y pequeñas esferas de arcilla cuya función es capturar la humedad y luego cederla, de manera que su efecto pueda sumarse a la inercia térmica del muro, regulándose así con estrategias pasivas las condiciones higrotérmicas del espacio interior.