Sanatorio antituberculoso, Paimio
Alvar Aalto 

Sanatorio antituberculoso, Paimio

Alvar Aalto 


La estancia de Alvar Aalto en Turku entre 1927 y 1933 corresponde plenamente a su periodo de entusiasmo funcionalista, que habría de llevarle a convertirse desde 1928 en participante activo en los CIAM. De hecho, el inicio de su alejamiento de la ortodoxia del Movimiento Moderno coincidió con su regreso a Helsinki en 1933, tras la inauguración del Sanatorio Antituberculoso de Paimio, en el que había puesto a prueba las posibilidades y los límites del nuevo vocabulario.

El proyecto del sanatorio fue el resultado de un concurso convocado en noviembre de 1928, cuando Aalto y su mujer Aino acababan de regresar de un viaje por Europa en el que habían tenido ocasión de visitar las obras funcionalistas más recientes, entre ellas el sanatorio Zonnestraal de Johannes Duiker. La propuesta de Aalto recibió el primer premio en 1929, y aquel mismo año se inició la construcción.

Tal como explicaba el propio Aalto en la memoria, en la base del proyecto estaba el análisis de las condiciones para el bienestar del enfermo, y así, el volumen principal del conjunto, el ala de pacientes, se desarrolló a partir de un cuidadoso estudio de la unidad de dormitorio de dos camas. La meticulosa adecuación a la gama de criterios propios de la función hospitalaria supondrían para Aalto la primera ocasión de ejercitar al máximo su exuberancia para el diseño de detalles, entre ellos la silla Paimio, cuya producción dará lugar a la firma Artek.

En cuanto al conjunto, la búsqueda del sol y de las magníficas vistas del paisaje boscoso y la clara separación en cuerpos independientes de las diferentes funciones fueron los criterios básicos que guiaron la propuesta. Situado en una zona montañosa, el proyecto brindó además al arquitecto la ocasión de demostrar su habilidad para disponer los edificios en función de la topografía. De los diversos cuerpos que forman el proyecto es el ala de pacientes la que domina toda la composición como una gran pantalla protectora a partir de la cual los volúmenes más bajos se despliegan hacia el norte, en una configuración en abanico que se convertiría en otra de las constantes del lenguaje aaltiano.

El uso que hizo Aalto en Paimio de todo el repertorio funcionalista es muy revelador de su actitud radicalmente ‘antiformalista’ y de su fe del momento en las virtudes casi morales del nuevo credo, pero también de su maestría innata para la composición y las proporciones. No obstante, son precisamente los elementos que más se alejan de la ortodoxia los que confieren su particular tensión al proyecto y los que lo acercan a los experimentos constructivistas y expresionistas... [+]