Restauración de los pozos de la nieve de Sierra Espuña
Ecoproyecta 

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Como la leña o los pastos, la nieve y el hielo también han sido desde antiguo recursos económicos al alcance del ser humano, tanto para la simple conservación de alimentos y medicinas como para el lujo de elaborar sorbetes y helados. Plinio el Viejo ya mencionaba un activo comercio de estos productos por el Mediterráneo; el rey Felipe III llegó incluso a fundar una casa de arbitrio para gravarlos. En todas las épocas y lugares, estas transacciones fueron posibles gracias a los neveros artificiales, cámaras subterráneas cuyo uso se abandonó completamente con la patente de General Electric que dio pie a los modernos frigoríficos.

En la parte alta de la sierra murciana todavía existen veinticinco de esos pozos de nieve, recientemente protegidos gracias a un exhaustivo inventario y un programa de consolidación que ya ha devuelto el lustre a dos, entre ellos el más grande del conjunto. Además de restituir la geometría original de las cúpulas, para lo cual se emplearon materiales tradicionales, un circuito de escaleras, pasarelas y miradores de madera permite al público aproximarse a estas construcciones comunes que el tiempo ha tornado extraordinarias.

Foto: Juan Miguel Galera

Foto: Juan Miguel Galera

Foto: Juan Miguel Galera

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