Sobre los terrenos de los que fue el aeródromo militar de Rabasa se levanta el nuevo campus de la Universidad de Alicante. A modo de ágora del recinto docente, una extensa superficie ajardinada aparece delimitada por construcciones de baja altura que contrastan con el acento vertical de la antigua torre de control. El nuevo rectorado, frente a la biblioteca central, flanquea esta plaza de proporciones alargadas en una apuesta decidida por la horizontalidad. De contornos nítidos, su altura se reduce a la mitad en el tercio suroeste para potenciar la singularidad de la torre, único elemento no alineado con las fachadas del foro.

El patio —elemento frecuente en las tipologías edilicias asociadas a la enseñanza— vertebra los usos y circulaciones del edificio, creando un espacio de encuentro que favorece el intercambio fuera del horario lectivo. El volumen que lo delimita al norte acusa con su posición oblicua la vecindad de la torre, forzando así tanto las perspectivas exteriores como las interiores. La pieza transversal que cierra uno de los extremos se prolonga en una terraza volada cuyas sombras se recortan sobre la tersa fachada. Otro cuerpo cerrado y la pasarela en el primer piso cruzan el eje longitudinal, generando una secuencia de vacíos de distinto carácter. Un salón de actos semicircular domina el atrio menor, que concentra las funciones sociales y representativas. Los despachos de la administración se suceden en torno al claustro porticado que el paño ciego de la pasarela divide en dos ámbitos. Con este recurso se remata el cambio de altura, acortando la longitud del patio. Esta distribución de los espacios interiores obedece asimismo a un principio de climatización cuyos conductos se agrupan en un muro doble que separa el pasillo de las estancias. Los escasos huecos de los alzados exteriores junto con los porches y las viseras del patio hacen frente al clima de Levante con medidas pasivas.

Los medios constructivos utilizados recurren igualmente a la tradición local. La estructura de hormigón armado ordena con sus pilares la planta baja del patio. Las fachadas exteriores son muros dobles de ladrillo enfoscados con polvo de teja que se aplacan con piedra en su encuentro con el suelo. El zócalo es un elemento que aparece asociado a todas las zonas de circulación, tanto en el atrio, donde es de azulejo, como en las galerías junto al salón de actos, que se revisten con la piedra del suelo. La madera pavimenta el piso superior y rodea puntualmente las ventanas. Un árbol solitario aporta en cada patio el único contraste con esta gama de materiales cercana cromáticamente al color de la arena.