La expo 2000 celebrada en la ciudad alemana de Hannover giró en torno a la relación entre el hombre, la naturaleza y la tecnología. El pabellón de los Países Bajos construido para el evento condensaba la reflexión sobre estos factores al plantear cuestiones de índole global como la compatibilidad entre el aumento de la densidad de población y el incremento de la calidad de vida, o el papel que jugará la naturaleza en ese equilibrio.

El pabellón se compone como un apilamiento de paisajes artificiales que reproducen ecosistemas holandeses, planteando una posible solución a futuras necesidades de suelo. Mediante la combinación de tecnología y naturaleza, el edificio subraya el aspecto artificial de esta última. De este modo, la naturaleza, dispuesta en varios niveles apilados, puede ofrecer más espacios públicos, que prolongan los existentes en el recinto. El edificio se convierte en una suerte de parque monumentalizado, y el hecho de que la planta baja se funda con el entorno desdibuja los límites de la entrada. Finalmente, esta estratificación del ecosistema no sólo ahorra espacio, sino también energía, agua, tiempo e infraestructuras. La densidad y diversidad de las diferentes funciones provoca la aparición de nuevas relaciones, constituyéndose como un símbolo de la sociedad contemporánea.