El proyecto surge de un concurso celebrado en el año 1999 para la renovación gradual de un complejo dedicado a los medios de transporte en el país alpino. En la primera fase de este proceso se construyó un nuevo edificio de acceso (Futurcom), así como una nueva estructura en sustitución de la antigua Sala de Transportes por Carretera. Gracias a esta estrategia se creó un patio central abierto (Arena) destinado a exposiciones temporales.

El edificio de acceso ha sido diseñado como un puente de unión entre las tres estructuras preexistentes en la Lidostrasse: el cine IMAX, la Sala de Transportes Ferroviarios y la Torre del Planetario. La planta baja alberga la recepción y la venta de entradas, una tienda y dos restaurantes. En la primera planta se sitúan las salas de exposición sobre comunicaciones, la nueva entrada al planetario y zonas de servicio. El nivel superior, finalmente, acoge una sala de conferencias con capacidad para 500 personas y tres pequeñas salas de reuniones.Las fachadas son, sin embargo, el elemento más sorprendente de la propuesta. Anunciando la temática de las exposiciones que los visitantes podrán descubrir en su interior, la pieza recubre sus muros exteriores con todo tipo componentes mecánicos circulares presentes en los diferentes medios de transporte: desde ruedas hasta timones, pasando por llantas, hélices, turbinas, ruedas dentadas o volantes. Para protegerlos de la intemperie, estos elementos se recubren de paneles de vidrio translúcido, conformando un paisaje heterogéneo que da todo su carácter a un contenedor casi ciego.

De forma similar opera la Sala de Transportes por Carretera. Esta estructura, concebida originalmente como un edificio de tres plantas de altura con fachadas de hormigón armado y vidrio, se ha transformado en una ‘caja negra’ flexible de dos niveles que recuerda los numerosos edificios de aparcamiento anónimos que salpican la geografía del país. Frente a las grandes rampas que dominaban la propuesta inicial, el proyecto construido emplea un ascensor mecanizado para permitir el traslado de los automóviles, clásicos y modernos, que ocupan las áreas de exposición. Un taller abierto muestra a los visitantes cómo se realizan las labores de mantenimiento y reparación de los vehículos presentes en la muestra. En el exterior, las fachadas se cubren de paneles informativos, idénticos a los que regulan la circulación por carretera en cualquier rincón de Suiza. Estos paneles, con sus diferentes órdenes, prohibiciones, signos y topónimos, hacen del edificio un sugerente conglomerado de mensajes descontextualizados visualmente poderosos.