El museo de arte de Saint Louis, que alberga una de las mayores colecciones de arte de Estados Unidos, se sitúa en el recientemente restaurado Forest Park. El edificio original diseñado por Cass Gilbert fue construido como uno de los pabellones de la Exposición Universal de Saint Louis de 1904. Cinco años después se convirtió en el nuevo hogar de la colección de arte municipal y en las décadas posteriores se fueron añadiendo distintas secciones y departamentos que se fueron aglomerando progresivamente. Debido al crecimiento de la colección de arte, la necesidad de recuperar la superficie de aparcamiento perdida tras la restauración del parque y la falta de espacio adicional para exponer piezas contemporáneas, cada vez de mayor tamaño, en 2005 se encargó a David Chipperfield Architects la ampliación del museo.

El nuevo volumen respeta la posición del edificio histórico como punto focal del parque, y se concibe como un pabellón de una sola altura junto a la cara este. En planta, el proyecto avanza y retrocede en cuatro direcciones a partir de un punto central, minimizando su impacto visual tanto en el entorno inmediato como en el contexto más amplio del parque. La construcción se asienta sobre un plinto bajo que se adapta a la topografía, cuya cota superior está alineada con el nivel principal del edificio de Gilbert, estableciendo una transición fluida entre lo antiguo y lo nuevo. Respetando la distribución axial del conjunto original, el nuevo edificio también está conectado con los accesos existentes en el sureste y suroeste. La ampliación acoge la colección de arte moderno y contemporáneo, e incluye espacios para exposiciones temporales, una nueva tienda y un amplio comedor para organizar eventos. Cuatro grandes ventanas de suelo a techo ofrecen vistas panorámicas del parque y el Grand Basin, el estanque monumental construido para la Exposición de 1904. Las fachadas están revestidas con paneles ejecutados in situ de hormigón oscuro con agregados locales y pulidos posteriormente que hacen destacar el edificio en su entorno.

El pabellón se cierra con un forjado reticular de hormigón que abarca todo el espacio, y que además de su función estructural, modula y filtra la luz. Los lucernarios de esta cubierta se cierran con vidrio translúcido, e incluyen un sistema multicapa de difusión dentro de cada casetón. Las particiones interiores se colocan apoyándose en los ejes modulares de esta malla superior, lo que permite múltiples distribuciones en planta. Los pasos entre las salas de exposición no tienen puertas, permitiendo que la mirada se prolongue hasta el paisaje.