Desde finales del siglo XVIII hasta 2006, año en el que se instaló un modesto museo sobre la historia de la ciudad, la abadía de Groeninge en Cortrique permaneció desocupada. En 2020, Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga resultaron vencedores en el concurso convocado para hacer del inmueble un centro artístico, finalmente inaugurado esta primavera.

El proyecto se ha articulado en torno a tres grandes acciones: en primer lugar, la consolidación de la estructura original, tanto de la capilla como de los dormitorios de la abadía, para poner en valor su espacialidad. A continuación, el diseño de un espacio expositivo bajo tierra y la restauración del antiguo patio, sustituyéndolo por un alegre vergel. De todas las intervenciones, la más destacada quizá sea la construcción de un nuevo pabellón en el parque, un edificio compacto y discreto con forma de pirámide truncada que evoca la pronunciada verticalidad de las cubiertas inclinadas circundantes.

La piedra erosionada y los altos techos que aún conservan el aire de recogimiento monástico son huellas del tiempo, relatos que la intervención traduce al lenguaje actual. Esta continuidad entre lo antiguo y lo nuevo se manifiesta también en gestos mínimos que demuestran una sensibilidad precisa, casi artesanal: la recuperación de vanos originales, el uso de materiales que dialogan con lo existente —como los ladrillos oscuros del pabellón, fabricados con componentes reciclados—, o la forma en que este se orienta siguiendo el trazado del conjunto...[+]