En el distrito histórico de Sablon de Bruselas el Museo Judío de Bélgica ocupa un inmueble de estilo académico del siglo XIX que ha sufrido varias transformaciones a lo largo de los años. La propuesta de rehabilitación organiza una distribución clara y sencilla, dotando al conjunto de las condiciones necesarias para la conservación y exposición de objetos y documentos valiosos. Además, el proyecto busca restaurar la relación entre el museo y el espacio público, una conexión comprometida en el pasado por la implementación de importantes medidas de seguridad. Con este objetivo, amplios escaparates a nivel de la calle restablecen la continuidad visual con el exterior al tiempo que dan la bienvenida a los visitantes del museo. La planta baja alberga la librería y la cafetería, dispuestas en torno a un patio central. En contraposición al pliego de condiciones del concurso, la colección permanente se organiza en los cuatro niveles superiores mientras que el espacio destinado a exposiciones temporales se ubica bajo tierra. Si bien se mantiene la fachada existente, el edificio se corona con una extensión en la azotea, un espacio polivalente que se abre a una logia, o más precisamente, un mirador, que enmarca magníficas vistas del Palais de Justice y el paisaje urbano de Bruselas.