Situado en la isla croata de Vis, en un entorno mediterráneo, el edificio se ha proyectado como una casa de vacaciones que debe hacer frente, a través de su autonomía formal y energética, a la ausencia casi total de infraestructuras que es propia del enclave. La atención al genius loci mediterráneo se traduce de dos maneras: por un lado, en la vocación paisajística de la pieza —que se entierra casi totalmente para intentar pasar desapercibida—; por el otro, en el empleo de materiales y sistemas constructivos propios de la zona, como los muros de mampostería de piedra con junta seca, que aquí funcionan como elementos de contención y definición de una serie de plataformas paisajísticas. En cuanto a la autonomía, se consigue aplicando estrategias pasivas, como el aprovechamiento de la inercia térmica del terreno, la ventilación natural, el refrescamiento nocturno y la captación y el reciclaje del agua, amén de utilizando mecanismos activos, como los paneles fotovoltaicos y termosolares que suministran energía al edificio.

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