A las afueras de una pequeña localidad del Trentino, la granja ecológica La Dolce Mela ocupa una finca enclavada en un valle conocido por su cultivo de manzanas; lugar que con el tiempo se ha convertido en un popular destino para escapadas rurales. Rodeada de tierras de labranza, una casa para los encargados de mantener la explotación agroturística aprovecha la diferencia de cota del terreno para adosarse a la ladera y minimizar su impacto en el entorno, dando lugar a una ‘cavidad’ que solo asoma al exterior por uno de sus frentes. La vivienda, de una única planta, se divide en dos volúmenes semienterrados y articulados por una escalera de madera al aire libre que salva el desnivel y da continuidad al camino que discurre por la parcela, enlazando el plano de acceso a la casa con una cubierta ajardinada.

En el interior, el muro de contención perimetral ejecutado contra el terreno se quiebra y deforma para generar un escultórico telón de fondo por el que resbala luz a través de pequeñas claraboyas abiertas en ciertos tramos del techo, que complementan el aporte de luz de los generosos ventanales a ras de suelo y facilitan la ventilación cruzada de las estancias. El uso de un encofrado de madera nudosa en su construcción además confiere al muro una textura veteada que suaviza la crudeza del hormigón visto al avenir con las particiones y acabados en madera natural de alerce. Envolventes que, junto a la forma compacta de la casa y su condición soterrada —que aprovecha la temperatura siempre constante del terreno—, aseguran un eficiente comportamiento energético, en línea con los principios sostenibles de la granja...[+]