En el año 2009, Herzog & de Meuron y Michel Desvigne resultaron ganadores en el concurso del plan director para Lyon Confluence 2, un área degradada en el extremo de la península delimitada por el encuentro entre el Saona y el Ródano. Una vez fijadas las directrices urbanas, se decidió un modelo de ejecución mixto, donde los proyectos se adjudicarían tanto por concurso como por selección directa, y en el que las manzanas (îlots) de gran tamaño se desarrollarían estableciendo un arquitecto responsable, encargado de levantar uno o varios de los edificios, proponer al resto de arquitectos colaboradores y coordinar los diferentes trabajos.

El Îlot A3 es un prototipo para el desarrollo del Quartier du Marché —el nuevo barrio situado en los terrenos del antiguo mercado mayorista— supervisado por Herzog & de Meuron y Michel Desvigne. El conjunto de los nueve edificios previstos en el master plan, que combina bloques de viviendas, de oficinas y una guardería, se repartió entre varios estudios: los propios Herzog & de Meuron, autores de una torre residencial; los franceses AFAA, que además de levantar dos construcciones se encargaron de todos los niveles subterráneos; la mexicana Tatiana Bilbao, que realizó tres; y los suizos Manuel Herz y Christian Kerez con un edificio cada uno. Además, el arquitecto local Didier Dalmas ganó el concurso para adaptar una estructura preexistente, el mercado de flores, como gimnasio público. Los volúmenes se disponen en torno a un espacio central, pavimentado con grava y organizado mediante pequeñas agrupaciones de árboles de hoja caduca. Los edificios se relacionan con esta nueva zona común a través de escaleras exteriores, plataformas de acceso, terrazas y balcones, elementos que contribuyen a crear un atractivo punto de encuentro para los vecinos.

Una de las claves del Îlot A3 es la voluntad de conformar un espacio que, pese al carácter único de cada una de las construcciones, mantenga una apariencia homogénea. En este sentido, el plan director no promueve las volumetrías singulares o los colores estridentes, sino que aspira a innovar a través de las propias tipologías y los detalles. Las fachadas, que deben acabarse en tonos claros (semejantes a los de las edificaciones tradicionales de esta ciudad francesa), articulan una imagen urbana uniforme pero expresiva, donde los proyectos se resuelven con hormigón visto ejecutado en cada caso con soluciones constructivas diferentes. Excepcionalmente, el bloque de guardería y dúplex se revistió de madera oscura, introduciendo una ligera anomalía que sirviera de contraste y evitara la posible monotonía...[+]