El proyecto de ampliación del Museo Unterlinden en Colmar actúa en tres dimensiones: urbanismo, arquitectura y museografía. Se centra en las tareas de reconstrucción, evocación e integración.

Dos conjuntos de edificios —el convento medieval y el nuevo complejo museístico— se sitúan enfrentados a ambos lados de la plaza Unterlinden y una galería subterránea los conecta físicamente. El nuevo edificio reproduce la espacialidad de la iglesia y, junto con los antiguos baños municipales delimita un segundo patio cerrado. De esta forma, lo que antes de la renovación era una parada de autobús y un aparcamiento, se ha convertido en un nuevo espacio público. El canal Sinn, que fluye bajo el casco histórico de Colmar, se recupera y se convierte en el elemento central del conjunto urbano. Cerca del agua, una pequeña pieza con forma de casa señala la presencia del museo en la plaza: su posición, volumen y forma recuerdan al molino que una vez estuvo allí, mientras que dos ventanas permiten a los viandantes mirar hacia la galería subterránea.

Desde el punto de vista arquitectónico, el objetivo era buscar una configuración urbana y un lenguaje que encajara en la trama histórica e incluso que, desde cerca, pareciese contemporáneo. Situada en el centro de la plaza Unterlinden, frente al canal, la entrada principal conduce al convento cuya fachada ha sido cuidadosamente renovada. Los componentes museológicos recientes se han eliminado, llevando los espacios a un estado anterior. Así, se dejan expuestos los tejados de madera y se reabren ventanas que miran hacia el claustro y la ciudad.

En el interior, se diseñó una galería subterránea y un nuevo espacio para exposiciones (conocido como Ackerhof), que presenta las colecciones de los siglos xix y xx junto con otras piezas abstractas, contemporáneas. La segunda planta del nuevo edificio se destina a exposiciones temporales: su tejado a dos aguas y su excepcional altura —de 11,5 metros— imitan el volumen y las proporciones de la iglesia situada en frente. Los antiguos baños municipales se conectan con los nuevos espacios y acogen conciertos, conferencias, celebraciones e instalaciones de arte contemporáneo. Los volúmenes añadidos se revisten con ladrillos irregulares fracturados, en consonancia con las fachadas del convento de piedra de cantera y revoco que fueron reconstruidas en múltiples ocasiones a lo largo de los siglos. Una serie de ventanas de lanceta horadan estos muros, los aleros de la cubierta son de cobre y el nuevo patio se pavimenta con la misma piedra arenisca que la plaza, de manera que la ampliación armoniza con la materialidad y la configuración del conjunto original.