El nuevo estadio de Burdeos será un volumen limpio destacable por su estructura abierta y ligera, una pieza arquitectónica de carácter monumental y grácil a un tiempo, integrada en el paisaje bordelés. La arquitectura de estadios combina tres elementos constitutivos: el «cuenco» que contiene el campo de juego y los espectadores, la explanada como elemento de transición entre el exterior y los graderíos y, finalmente, la apariencia del conjunto. Estos tres elementos se han visto reinterpretados en esta ocasión a la luz de las características específicas del emplazamiento.

El proyecto busca construir un objeto arquitectónico en el que la calidad funcional se combine con una identidad reconocible. La alianza de estos dos criterios, funcionalidad y fuerte identidad, dota al edificio del estadio de una dimensión anímica que el público sentirá, y que está dirigida a potenciar las emociones que se desencadenan en todo tipo de eventos deportivos.

El cuenco podrá acoger a un máximo de 43.000 espectadores, que disfrutarán de una visibilidad óptima gracias a la geometría del conjunto. Está compuesto de dos graderíos superpuestos y divididos en cuatro sectores protegidos por la cubierta, cuya apariencia homogénea se consigue mediante el uso de una multitud de franjas concéntricas que permiten el paso de la luz solar entre las tiras gracias a su ángulo de inclinación. Esta estructura abierta de la cubierta no se muestra en el interior del estadio para evitar distraer la atención de los hinchas.

Un volumen simétrico eleva el cuenco sobre la cota de suelo y organiza en su interior todo un conjunto de funciones del programa. Se trata de un basamento que incluye salones y espacios dedicados a los espectadores VIP, así como zonas destinadas a los equipos de prensa y a los propios jugadores. La simplicidad con que se han diseñado tanto el cuenco como su base garantizan la fluidez de los movimientos de los espectadores y su orientación.

La cubierta tiene una forma rectangular atípica, que se proyecta hacia el suelo con las múltiples y esbeltas columnas que llueven hacia el terreno. La elección de esta forma pura es una respuesta clara y eficiente a las condiciones naturales del emplazamiento y a la dirección este-oeste, que es la que sigue el principal flujo de los visitantes. Una cadena de puestos de comida y de bloques de aseos ondula a través de este bosque de columnas, animado por los movimientos de la multitud. A un tiempo densa y ligera, la estructura crea un volumen rectangular evanescente del que emerge el perfil orgánico y escultórico del cuenco.