Con motivo del cincuenta aniversario de la fundación de la UNESCO se encargó el diseño de un ‘espacio de meditación’ dedicado a la paz mundial que trascendiera a todas las religiones. El pabellón se sitúa dentro del complejo de la sede parisina de la institución, obra de Marcel Breuer, junto a un jardín japonés diseñado por el escultor Isamu Noguchi. Como estrategia de implantación, el proyecto muestra deferencia hacia las estructuras existentes y se integra respetuosamente en su entorno, pero al mismo tiempo busca expresar una voluntad fuerte e independiente.

El primer paso consistió en la restauración del jardín de Noguchi, mal conservado. A continuación, se construyeron dos tapias para delimitar el área de intervención y una lámina de agua que desciende hasta el pabellón siguiendo la topografía. Formalmente, el edificio es un cilindro de hormigón armado de 6,3 metros de ancho y de alto. Se trata de un cuerpo masivo cuyas únicas aberturas son las entradas y un lucernario perimetral que parece flotar sobre un interior austero y recogido. Por último, como recuerdo del horror de la guerra e invitación a la introspección, tanto el pavimento como el fondo del estanque se revisten con piedra expuesta a la radiación donada por la ciudad de Hiroshima...[+]