En el municipio de São Bernardo do Campo, dentro del área metropolitana de São Paulo, la escuela infantil Jardim Calux se inserta en el centro de un terreno inclinado de 8.700 metros cuadrados. Dos vigas pared longitudinales y un eje central de pilares sostienen una losa nervada traslúcida que protege el espacio de recreo pero permite el paso de la luz natural. Libre de elementos estructurales, el gran espacio bajo la cubierta utiliza rampas, escaleras, plataformas y pasarelas para caracterizar las diferentes áreas de la escuela, dando lugar a actividades teatrales o deportivas. Con la intención pedagógica de propiciar el contacto de los niños con la naturaleza, el interior es permeable a elementos del exterior, de manera que un conjunto de rocas, un charco o un montón de arena se convierten en objetos de juego.

Del mismo modo que ocurría en el centro deportivo de Goiás, los pilares están formados por un trapecio superior ligado a la cobertura y uno inferior que surge desde el suelo, de manera que la articulación se produce en el punto intermedio en el que el espesor es mínimo. Esta división del soporte en dos partes refuerza la independencia entre la plataforma elevada, que define un lugar en sombra, y la topografía inferior donde se desarrolla el programa.