Situado en una de las colinas de São Paulo, el edificio Jaraguá dirige sus fachadas principales hacia dos de los ejes más importantes de la ciudad, los valles Tietê y Pinheiros.

Para que los espacios comunes de cada vivienda disfruten de las vistas hacia estas dos orientaciones opuestas, Mendes da Rocha recurre al mecanismo de desniveles que ya había utilizado en otros bloques residenciales como el Guaimbê. En este caso, se aprovecha el gran canto de las vigas para apoyar el forjado principal en la parte superior y la losa en voladizo en la cota inferior, generando una diferencia de nivel entre las dos zonas. El salón queda por tanto elevado por encima de la cocina permitiendo la visión sobre ella. En la dirección longitudinal la estrategia se repite separando la zona de estar del comedor una altura de cinco peldaños.

Esta simbiosis entre el sistema estructural y la definición del espacio se lleva al límite cuando el forjado superior se prolonga para definir la encimera de trabajo o cuando la losa inferior genera un lugar de almacenamiento en el dormitorio. De la misma forma, la composición de la fachada es la traslación directa de la estructura en sección, exponiendo el perfil de los elementos constructivos que se cierran con paños de acero y vidrio.