La ciudad de Medellín no es sólo uno de los principales centros financieros e industriales de Colombia, sino que se ha convertido también en uno de sus focos culturales más relevantes, al acoger festivales de toda índole y amplia trayectoria a los que se añade la copiosa actividad académica y científica desarrollada en sus universidades. Esta oferta se amplió en 2010 con la celebración de los IX Juegos Sudamericanos, un evento que, durante dos semanas, acogió en el municipio a atletas de quince países que participaron en 42 modalidades deportivas distintas, con una afluencia total de público estimada en unas 12.000 personas que se sumaron a los 3.750 deportistas acreditados.

El proyecto de los Coliseos fue el ganador del concurso internacional para el diseño de una infraestructura complementaria para la celebración del evento. Situado en el centro del Valle de Aburrá, el edificio acoge cuatro escenarios deportivos —gimnasia, lucha, baloncesto y voleibol— y está concebido como un único contenedor resuelto con una estrategia técnica y espacial que hizo posible atender con eficacia a los plazos de construcción, dar una respuesta flexible a los requerimientos específicos —geométricos y funcionales— de cada deporte y resultar permeable a los flujos de los visitantes que, desde el exterior, debían moverse de unos escenarios a otros. La orientación solar y la dirección de los vientos dominantes, ligados a la trama urbana de la ciudad deportiva preexistente determinaron la estrategia de implantación del edificio: mientras que las fachadas norte y sur se abren a los vientos, las correspondientes a los lados este y oeste albergan las tribunas y los aleros que controlan la entrada del sol, evitando la excesiva radiación.

Sobre este sencillo esquema bioclimático se dispuso una gran estructura formada por cerchas metálicas apoyadas en pilares compuestos, que cubre tanto los escenarios como las calles y los espacios semiabiertos tendidos entre ellos y las zonas exteriores. El sistema geométrico de esta cubierta está formado por franjas paralelas —resueltas con el mismo patrón estructural— que responden a los diferentes requerimientos espaciales y funcionales que se dan en la sección del edificio, actuando como aleros de protección al exterior y variando su altura en el interior.

El proyecto funciona como un sistema abierto de bandas con posibilidad de crecer. Posteriormente se ha construido un quinto coliseo basado en las instrucciones y protocolos que rigen el sistema, abriendo así la posibilidad de que otros arquitectos lo completen y amplíen: una opción que expresa la idea de la muerte del autor como único creador...[+][+]