Cubrición de ruinas, Almenara
Roberto Valle 

Cubrición de ruinas, Almenara

Roberto Valle 


España se asienta literalmente sobre pedazos de su propia historia y prueba de ello son los numerosos restos griegos, romanos y musulmanes que con frecuencia aparecen en su subsuelo. En la comarca agrícola que se extiende por las campiñas del sur del Duero, al oeste de la carretera que une Valladolid con Madrid, ya en 1887 unos mosaicos dieron la pista sobre la existencia de un antiguo asentamiento romano que ha sido estudiado en profundidad a lo largo del siglo pasado. La creciente afluencia de público ávido de visitar el yacimiento—especialmente desde que en 1994 fuera declarado Bien de Interés Cultural— llevó a las autoridades a tomar medidas para su musealización, creando además un recorrido didáctico.

La primera parte de la actuación ha consistido en cercar el recinto y cubrir las ruinas ya excavadas, dejando para una segunda fase la construcción de un edificio para exposiciones con una sala de proyección que apoye con medios audiovisuales la visita. Además de un ajustado presupuesto, reducir al mínimo el número de apoyos necesario para cubrir los 4.800 metros cuadrados del área a proteger ha sido el principal reto de la primera parte del proyecto. Una solución comercializada para la construcción de naves industriales —capaz de salvar vanos de hasta veinte metros— ha permitido cubrir una planta de 60 x 80 metros con tan sólo tres pilares interiores. Con la ligereza de las protecciones provisionales utilizadas en las excavaciones arqueológicas, el nuevo techo está formado por una chapa nervada y lacada por ambas caras que se comba para formar un arco tensado por cables en su parte inferior. Los cuatro fragmentos cilíndricos definidos por la chapa descansan sobre una retícula de vigas de sección en H y un metro de canto que, como los pilares, están realizados en acero cortén. Un zócalo perimetral y unos dados de hormigón blanco actúan de zapatas de los pilares sin apenas tocar las ruinas. En la lejanía, el edificio se presenta como un plano extenso cuyo perfil ondulado evoca el de la topografía de la zona.

Como un filtro lumínico que asegura la ventilación permanente de las instalaciones —impidiendo además las incursiones de pájaros y otros animales— una celosía de madera de iroko cierra el perímetro del recinto bajo el gran baldaquino de chapa. A través del acristalamiento de la fachada norte, las vistas panorámicas de los campos cultivados se incorporan como fondo escenográfico a los restos arqueológicos, permitiendo imaginar el contexto en el que se levantó inicialmente la villa.

Una solución de cubierta utilizada en naves industriales —capaz de salvar luces de hasta 20 metros— ha permitido proteger los 4.800 metros cuadrados de esta villa romana tan sólo con tres pilares interiores.

La chapa nervada de cubierta se apoya sobre una retícula de vigas y pilares en H de acero cortén; una celosía de iroko cierra el perímetro del recinto, al tiempo que permite percibir el paisaje que rodea las ruinas.

Las ruinas se iluminan mediante una serie de lucernarios abiertos en la clave de cada bóveda.


Cliente Client
Diputación de Valladolid 

Arquitecto Architect
Roberto Valle

Colaboradores Collaborators 
Esther Martínez, Javier Martínez; Adolfo García (aparejador quantity surveyor

Consultor Consultant 
Margarita Sánchez (arqueología archaeology) 

Contratista Contractor 
Cabero Edificaciones

Fotos Photos
Roberto Valle