La intervención rehabilita el antiguo palacio de Montehermoso para su utilización como centro cultural, recupera un antiguo depósito de aguas adyacente, conectándolo subterráneamente con el resto, y renueva un jardín anexo. El origen de este palacio se remonta al siglo XVI, y hasta hoy había sido objeto de numerosas transformaciones. En 1877 se convirtió en Palacio Episcopal, y fue en esta reforma cuando sufrió la destrucción de sus elementos más valiosos. En su origen el edificio se organizaba en torno al claustro, cuyas dependencias perimetrales constituían una forma casi cuadrada, pero esta distribución se desvirtuó al ampliar el edificio en su parte sur, escorando el centro de gravedad hacia este lado y desviándolo del vacío vertical que generaba los recorridos perimetrales.

En la crujía sur del claustro se ha creado un patio cubierto que recorre toda la altura del palacio, y donde se insertan cubos de madera que, flotando en el vacío, acogen los servicios o forman lucernarios en la cubierta. 

El centro cultural se plantea como un lugar de actuación ciudadana, en el que el visitante no es sólo observador, sino también partícipe de las actividades del mismo. Con respeto hacia la memoria colectiva de la ciudad, la opción escogida no hace tábula rasa de lo existente; se decide recuperar el esquema tipológico del claustro y duplicarlo en forma de patio adyacente en toda la altura del edificio, para introducir aquí la nueva arquitectura. En este vacío flotan unos cubos de madera adosados a dos guías verticales y dislocados en planta—que albergan los aseos y a los que se accede por pasarelas—, además de las comunicaciones verticales y las instalaciones. Tanto el claustro como este nuevo patio se iluminan a través de ocho lucernarios cúbicos, que en el caso de la intervención son la proyección en cubierta de los cubos de los aseos.

El depósito de aguas se transformó en sala de exposiciones, quedando unido al edificio principal bajo la calle. En la retícula de pilares, las distintas tonalidades de la piedra muestran el nivel que alcanzaban las aguas. 

Interiormente, el tratamiento de las salas se ha realizado a base de estuco a la cal y piedra, y esta limpieza de los paramentos se resalta por la cuidadosa utilización de la luz. En el exterior, la intervención se aprecia en la celosía que protege la fachada sur, en las carpinterías deliberadamente elaboradas y en los lucernarios, que se recortan nítidamente en el perfil del edificio. El antiguo depósito de aguas se ha recuperado como sala de exposiciones temporales. El camino a seguir para llegar hasta la misma discurre por debajo de la calle Mayor, descendiendo a través de una escalera de desarrollo curvo o, alternativamente, por una rampa doble con dos líneas de luz apoyada en un muro, precedida de un hueco pequeño y de poca altura, umbral a través del cual el visitante accede a un mundo subterráneo de penumbra, en el que los cambios de tonalidad de la piedra de las columnas muestran la altura a la que llegaron antiguamente las aguas y rezuman en silencio el paso del tiempo.  

La antigua sede episcopal, construida con materiales pétreos, contrasta nítidamente con el acero, la madera y vidrio empleados en esta nueva intervención, con piezas insertadas a modo de mobiliario. 


Cliente Client
Ayuntamiento de Vitoria

Arquitectos Architects
Roberto Ercilla, Miguel Ángel Campo, Juan Adrián Bueno

Colaboradores Collaborators
Eduardo Tabuenca (arquitecto architect); Javier Valdivieso, Javier García, Íñigo Hierro (aparejador quantity surveyor)

Consultor Consultant
Eduardo Martín (estructura structure)

Contratista Contractor
Lain

Fotos Photos
César San Millán