Ubicado en el extremo norte de Pekín, Jinshanling se encuentra a dos horas en coche del corazón de la ciudad, y está previsto que se convierta en una localidad turística con gran intensidad de vida pública. El pueblo está rodeado por montañas sinuosas en todas direcciones salvo por el oeste, donde se abre un valle que serpentea por la topografía a lo largo de dos kilómetros y en el que pueden divisarse los restos de la Gran Muralla. El objetivo del proyecto fue planificar el centro de esta localidad para dar acomodo a un hotel, un teatro, una biblioteca, un restaurante comunitario y apartamentos.

En lugar de quedar separados, los distintos edificios que dan respuesta al programa forman un conjunto tridimensional cuyas partes se superponen y conectan vertical y horizontalmente. Esta estructura espacial brinda muchas más oportunidades a la hora de definir las relaciones de las diferentes partes del programa con el espacio público y el entorno natural de Jinshanling, y se refuerza con la creación de una calle que conecta los edificios para ofrecer a los visitantes una experiencia dinámica tanto del espacio como del paisaje. La relación íntima con el entorno se hace depender, además, de una serie de terrazas que, a nivel del suelo, ligan los edificios con el terreno natural.