En agosto de 1988 un incendio arrasó dieciocho edificios en el histórico barrio de Chiado, y desde entonces su recuperación se ha ejecutado lentamente en diferentes fases. Además de la reconstrucción de los volúmenes demolidos, el proyecto aprovecha la oportunidad para consolidar todo el conjunto urbano, diversificando los usos y mejorando el espacio público. La última etapa de la intervención incluye la articulación peatonal entre la parte baja del Chiado y las ruinas del Convento do Carmo que, aunque ya se había perdido en el momento del incendio, sí había existido en épocas anteriores y por su situación estratégica merecía ser recuperada.

La complejidad topográfica del área, que cuenta con un desnivel de más de veinte metros, exigía una operación minuciosa capaz de revitalizar los espacios residuales y crear un recorrido continuo. A través de un pasaje desde la calle Garrett se accede al patio interior de la manzana, donde una rampa y unas escaleras en zigzag ascienden hasta la base del Convento do Carmo. En torno al monumento, una serie de plataformas enlazadas entre sí, crean lugares de estancia y miradores hacia la parte baja de la ciudad. Todo ello se ejecuta utilizando la misma piedra calcárea e imitando el color del enfoscado, para minimizar la presencia de la intervención frente al conjunto histórico.