En una zona inundable, en la ribera del Támega, la fundación dedicada al pintor Nadir Afonso se eleva sobre una sucesión de pantallas de hormigón. A pesar de que el terreno no es óptimo para la construcción, su situación estratégica dentro de Chaves —ciudad natal del artista— lo convierte en una oportunidad para revitalizar el entorno urbano junto al río. Las ruinas de los muros que delimitaban la antigua Canhela das Longras se conservan como parte del paisaje. Su perfil irregular dialoga con el perímetro del edificio que avanza o retrocede para delimitar espacios variados.

Nadir Afonso, que se formó como arquitecto y trabajó con maestros como Le Corbusier o Niemeyer, fue uno de los máximos representantes de la abstracción geométrica en Europa. En sentido evocativo, las formas puras que protagonizan sus cuadros se trasladan a la base del museo y se materializan como huecos en los muros estructurales que soportan la plataforma elevada. Una leve rampa llega hasta la cota superior, donde se sitúa el acceso principal, y desde ella dos núcleos de ascensores y unas escaleras bajan hasta el nivel del terreno. En el interior, el programa se distribuye de forma longitudinal agrupado en tres sectores sucesivos: área de recepción, salas de exposiciones y espacios de servicio.