Una de las propuestas culturales más ambiciosas desarrollada en Madrid en los últimos años ha sido la rehabilitación de Matadero, un centro de creación contemporánea que viene generando actividad estable desde 2007. La amplitud de su programación y la diversidad disciplinar que agrupa lo han convertido en uno de los focos más activos del mapa cultural de la ciudad. Otro factor esencial de su éxito ha sido el contar con una infraestructura previa, el antiguo matadero municipal, que está siendo renovado de manera escalonada, sin obstaculizar el desarrollo de las actividades en los naves ya rehabilitadas.

La construcción de los mataderos y mercados de ganado de Madrid entre 1911 y 1925, según un proyecto del arquitecto municipal Luis Bellido (1869-1955) y el ingeniero Eugenio Rivera, sobre la antigua dehesa de Arganzuela, junto al río Manzanares, constituye un hito de la arquitectura madrileña caracterizado por su funcionalidad, racionalidad constructiva y sencillez conceptual. Durante casi sesenta años fue la gran despensa del centro, y en todo ese tiempo demostró su capacidad de adaptación a los requerimientos cambiantes. En cuanto al estilo neomúdejar de sus fachadas, este se adaptó a un cierto gusto dominante que todavía no estaba preparado para recibir los primeros ensayos modernos que ya se exploraban en edificios industriales equivalentes en Alemania, Holanda o Francia. Rodeado por un muro perimetral de dos kilómetros y medio de longitud, y con una superficie de 165.415 metros cuadrados, el conjunto constaba, hasta su clausura definitiva en 1996, de cuarenta y ocho edificios, destinados a diversos usos.

La reconversión de este espacio en un laboratorio de creación decidida por el Ayuntamiento de Madrid en 2003 debía recuperar y rehabilitar los edificios existentes, respetando la organización espacial y estructural de las naves, y complementándola con una nueva arquitectura reversible y acorde con el carácter industrial del complejo. Fundado en estos principios, el proceso ha generado numerosas intervenciones reseñables, generalmente a cargo de jóvenes arquitectos, entre las que cabría destacar el centro de recursos Intermediae, El taller, la Cineteca y el Archivo de Creadores, la Nave 16, la Central de instalaciones, la Red Bull Music Academy, el Escaravox y la Casa del Lector. Estas y otras han contribuido a la creación en el sur de la ciudad de un nuevo polo cultural cuya posición en uno de los extremos del Parque del Manzanares lo convierte en una atracción imprescindible tanto para los turistas como para los propios madrileños.           

Los pabellones dedicados en el pasado a labores de dirección y administración, mercados de ganado, cuadras o sección sanitaria se han transformado en contenedores de creación y exposición de variadas disciplinas artísticas.

La sede del centro de creación Intermediae, de Arturo Franco, hace uso de elementos constructivos apenas elaborados, sin renovar los paramentos existentes y dejando así a la vista el deterioro del paso del tiempo.

La intervención en esta nave para los espacios de administración, también a cargo de Arturo Franco, emplea las tejas retiradas de la cubierta en mal estado apilándolas en el interior y creando una atmósfera singular. 

Las naves renovadas por Churtichaga y De la Quadra-Salcedo contienen   el programa vinculado al cine. Así, además de las dos salas de proyección y el plató, cuenta con un archivo, un patio para cine de verano y una cantina.

Las paredes del archivo están revestidas de una trama de mangueras industriales naranjas. La luz que atraviesa la malla confiere al espacio un aspecto de cestería dorada que contrasta con la  oscuridad de los acabados. 

En la nave 16, se pedía en el concurso crear un espacio totalmente flexible para acoger muy diversos eventos. Así, Carnicero, Vila y Virseda propusieron un sistema de división con puertas pivotantes de acero.

La serie de puertas delimita un espacio rectangular independiente o unido al resto de la nave, un vacío neutro y flexible cuya atmósfera se define por la textura de los muros de ladrillo del edificio histórico recuperados. 

Diseñada por Burgos y Garrido, la Central de Instalaciones aloja los equipos técnicos que sirven a todo el conjunto de Matadero. Un anillo de galerías subterráneas visitables la conecta con todas las naves existentes.

Acondicionada por Langarita y Navarro para acoger la Red Bull Music Academy, esta nave se ve colonizada por una serie de piezas de pequeño tamaño que albergan los estudios de ensayo, los de grabación y el lounge.

La Casa del Lector, de García-Abril y Mesa, ocupa tres naves. Dos de ellas son atravesadas por vigas prefabricadas de hormigón pretensado que imponen un nuevo orden sobre la organización basilical preexistente. 

Escaravox, la propuesta de Andrés Jaque, consiste en dos enormes estructuras móviles de irrigación que incorporan sistemas de iluminación y amplificación sonora para ofrecer un escenario versátil abierto al público.


Cliente Client
Ayuntamiento de Madrid

Arquitectos Architects
Vestíbulo e Intermediae Lobby and Intermediae:
Arturo Franco, Fabrice van Teslaar, Diego Castellanos 
El taller The atelier:
Arturo Franco
Cineteca y Archivo Cineteque and Archive:
Jose María de Churtichaga, Cayetana de la Quadra-Salcedo 
Nave 16 Industrial premise 16:
Iñaqui Carnicero, Ignacio Vila, Alejandro Virseda 
Central de instalaciones Power station:
Burgos & Garrido, Porras La Casta,  Rubio & Álvarez-Sala; West 8 Red Bull Music Academy:María Langarita, Víctor Navarro 
Casa del Lector The Reader’s House:
Antón García-Abril, Débora Mesa ; Escaravox: Andrés Jaque

Fotos Photos
Iñaqui Carnicero, Luis Díaz, Ensamble Estudio, Carlos Fernández Piñar, Fernando Guerra,  Miguel  de Guzmán, Roland Halbe, Ana Muller