El encargo surge del anhelo del cliente de vivir rodeado por un jardín. Para ello, decidió abandonar su apartamento en el centro de Estocolmo y construirse una vivienda en una parcela junto al lago Mälaren a las afueras de la capital.

Con este requisito como punto de partida se propuso una casa que se fundiera con la vegetación, envolviéndola con una celosía de madera sobre la que treparían enredaderas y siete especies de plantas diferentes. La vivienda presenta una planta triangular como respuesta a la fuerte pendiente del solar. Además de solventar el desnivel del terreno, esta geometría también permitió evitar una fachada orientada al norte, mejorando la iluminación del interior y las condiciones para el crecimiento de las vides. El programa se organiza en torno a una escalera central que conecta las dos plantas. La baja aloja un zaguán de acceso, situado entre la cocina y la biblioteca, y un estar conectado con el jardín de invierno. Esta estancia a doble altura funciona como espacio de transición entre el interior y el exterior, además de reducir la demanda de aire tratado. El segundo piso más compacto y cerrado alberga los dormitorios, un estudio y un baño con sauna. Una escalera conduce a la azotea donde la casa reconecta con horizonte y el paisaje abierto...[+]